domingo, 27 de septiembre de 2009

El regreso de Doctor Mateo.


Ya he dicho varias veces que creo que debe haber televisión para todos. Por eso, cuando hablo de algunos programas o series, intento ser objetivo (ja!) y no centrarme, exclusivamente en mis gustos.

Aviso esto antes de hablar de Doctor Mateo. Nos soy superfan de la serie (vamos, que no me la compraría en dvd), pero creo que es un buen producto. O al menos, lo fue en sus primeros capítulos. Ayudaba que las localizaciones fueran un personaje más y que la ficción tuviera un protagonismo coral. Era una serie que se dejaba ver y que se convertía en una buena opción, la noche de los domingos, para los que no gustaban del humor de Aída. A mitad de temporada, sin embargo, la serie se "emperezonó". Las tramas avanzaban con cierta torpeza y la tensión sexual no resuelta entre el propio doctor (estupendo Gonzalo Castro) y Adriana (muy bien Natalia Verbeke) había sufrido tantos cambios, que empezaba a sufrir el síndrome bucle y eso que los capítulos no llegaban a la docena. A pesar de todo, mantenía cierto encanto.

El domingo, por eso, me senté a ver la primera entrega de la segunda temporada. Y ví que esos mismos problemas se habían acentuado. Incluso que algunas nuevas tramas estaban metidas con calzador (sigo esperando una explicación convincente a la llegada de padres y hermanos de ella). Pero es que además, se había reducido la coralidad y las localizaciones tenían un papel secundario. Acabé pidiendo la hora con el capítulo. Y siendo estreno de nueva tanda de episodios no es un buen augurio. La audiencia tampoco acompañó lo esperado. Y no creo que fuera sólo por el estreno de Gran Hermano. Domingo por la noche, la gente huye de la pereza. Deberá tenerlo en cuenta Doctor Mateo si quiere sobrevivir en la parrilla.

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