

El punto perfecto del huevo pasado por
agua del desayuno, las curvas de María y el conocimiento de cómo viven
las mujeres de la 6ª planta consiguen una proletarización de Jean-Louis
que resulta inocente y anecdótica, pero que hará mejorar la vida de ese
grupo de mujeres que lo acogen con un cariño casi maternal y provoca que
Jean-Louis se aleje de Suzanne, su mujer, que cayendo en el tópico
tampoco le hace mucho caso y vive acomplejada en la falsa creencia de
que su marido no la encuentra todo lo glamurosa que ella piensa que él
la desea, cuando Jean-Louis patina con hormona y feromona por la joven
proletaria española.
La película es cariñosa con esas mujeres que viven en la sexta planta, no en vano al director Philippe Le Guay,
como a toda una generación de franceses acomodados, les crío una ellas,
y por ser un recuerdo de infancia se puede excusar el somero y tópico
retrato que hace de ese puñado de mujeres españolas interpretado por
actrices españolas y encabezadas por Carmen Maura, que hace de Concepción, la tía de María, y por cuyo papel ha sido galardonada con el Premio César a la mejor actriz secundaria 2012.
A mi gusto, el premio reconoce a la actriz más por su larga presencia
en el cine galo que por este papel secundario y coral, al que no
obstante la actriz le saca el poco jugo que tiene, le acompañan Lola Dueñas, una Carmen de ojos tristes, Berta Ojea, en Dolores, Nuria Solé, en Teresa, y Concha Galán, que es Pilar.
La película es amable por más que roce
ligeramente el tema político de España, las represalias de la posguerra y
que María se vea obligada a exilarse porque tiene un hijo de soltera. Natalia Verbeke está guapa y luce un cuerpo desnudo que hace que nadie ponga en duda que Jean-Louis no tenga más que ojos para ella.

La 6ª planta hace recordar la película Españolas en París (1971), de Roberto Bodegas,
allí su protagonista hacía un viaje a la inversa: iba a trabajar a
París y allí se quedaba embarazada de un chofer español que compartía
esa 6ª planta destinada al servicio. A esa joven la daba vida Ana Belén,
en su primer papel cinematográfico adulto, y la palabra “fin” salía
sobre la imagen de la joven actriz abrazada a su niño mientras Paco Ibáñez cantaba a Goytisolo.
En españolas en París (1971)
sólo se planteaba el exilio económico y se rodó bajo la censura
franquista, pero dejaba un sabor más amargo que está festiva lectura que
hace Philippe Le Guay de lo español, y que no dudo que
sea porque se trata de un recuerdo de infancia que dicen que es el
patio en el que jugamos el resto de nuestra vida. ¡Ah!, y felicidades
doña Carmen por ese premio César, uno más que se suma a la larga lista
con Almodóvar y sin Almodóvar.